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 Así se fraguó el ataque de Israel que descabezó la cúpula de Hezbollah

El rol de las agencias de inteligencia ha sido fundamental para asesinar a los altos mandos de la organización.

Hassan Nasrallah.
Actualizada: 29/09/2024 23:27
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Las agencias de inteligencia israelíes de acción exterior y cuestiones internas, Mossad y Shin Bet respectivamente, fueron muy criticadas por no detectar el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023. Sin embargo, su papel en Líbano ha pasado a ser fundamental a la hora de asesinar a altos cargos de Hezbollah, como Hassan Nasrallah, y atacar la infraestructura del grupo chií libanés hasta dejarlo muy debilitado. ¿Cómo logró Israel infiltrarse, hacer estallar miles de equipos de comunicación de Hezbolá y, finalmente, dar un golpe devastador a su cúpula?

Hassan Nasrallah era uno de los grandes enemigos de Israel desde hacía décadas. Su poder y el de Hezbollah, el grupo chií que dirigía, eran temidos en Medio Oriente debido a que su organización es considerada como la mejor armada de la región y una seria amenaza para los intereses israelíes. Sin embargo, durante las últimas semanas, la escalada del conflicto entre Israel y Hezbollah  ha dejado a esta agrupación descabezada, tras una serie de ataques orquestados hacia sus líderes y contra instalaciones y cargos medios.

Golpes desmoralizantes contra la organización, que han hecho que quedara descabezada en cuestión de semanas y que las alarmas ante la escalada del conflicto resuenen en toda la región.

Pero, ¿cómo es posible que Israel haya podido asesinar a militantes de Hezbollah buscados durante décadas -como Ibrahim Aqeel, Fuad Shukr o Hassan Nasrallah- en menos de un año? La respuesta es el papel del espionaje.

 Críticas al Shin Bet y al Mossad por el 7 de octubre

Tras la incursión del grupo islamista palestino Hamás en Israel el 7 de octubre, que dejó más de 1.200 muertos y 253 secuestrados, el servicio secreto israelí fue duramente criticado por su falta de visión y anticipación ante un ataque de semejante magnitud. Esta inteligencia se divide en el Shin Bet, para protección interna y asuntos dentro de los territorios palestinos, y en el Mossad, para las acciones exteriores.

Esto especialmente teniendo en cuenta la fama que las dos agencias tenían por espionaje a lo largo de la historia. Sin embargo, tras ese golpe, su papel ha sido clave, hasta el punto de orquestar varios ataques gracias a su información compartida. Esto está siendo evidente fundamentalmente en medio de la escalada bélica que Israel mantiene en el Líbano desde principios de septiembre.

Un artículo publicado en ‘The New York Times’ destaca cómo Israel ha multiplicado su inversión de espionaje en Líbano desde la guerra del año 2006. Este conflicto duró algo más de 30 días y demostró las carencias que Israel tenía frente a su fortalecido rival del norte. El ex primer ministro israelí Ehud Olmert prometió destruir Hezbollahtras el secuestro de dos soldados israelíes en julio de ese año, pero se topó con una dura realidad al comprobar que la milicia chií estaba bien organizada y armada gracias a Irán.

Israel orquestó una invasión terrestre a gran escala sobre el sur del Líbano, pero se tuvo que conformar con un doloroso alto el fuego mediado por la ONU ante la incapacidad de poder golpear de forma contundente a la milicia libanesa. En estos 18 años, la agrupación chiita ha podido aumentar su poder y armamento, sin embargo, paralelamente, el espionaje israelí sobre el terreno y el incremento de las herramientas de observación y seguimiento también han facilitado el monitoreo constante a los miembros de Hezbolá desde Israel.

 El seguimiento de las comunicaciones

En todo este contexto, ‘The New York Times’ señala una agencia que ha sido clave: la Unidad 8200, encargada de construir y mejorar cualquier tipo de herramienta que sirviera para interceptar comunicaciones a través de internet o teléfonos móviles de Hezbollah. Armas silenciosas que fueron penetrando en toda la infraestructura de la organización y que ayudaron a Israel a realizar un elaborado mapeo de sus líderes, ayudados también por la mejora de la captación de imágenes a través de satélites y drones.

Hezbollah fue consciente de esta situación especialmente desde el inicio de las últimas hostilidades contra Israel, al día siguiente de que iniciara el ataque de Hamás del 7 de octubre. Por este motivo, la organización decidió cambiar sus comunicaciones a ‘walkie-talkies’ y buscapersonas, pero estos dispositivos fueron manipulados por Israel gracias a la creación de una empresa tapadera en la que el servicio secreto israelí fue clave.

El 17 y 18 de septiembre, miles de ‘beepers’ y ‘walkie-talkies’ fueron detonados, causando el terror en Líbano y dando un golpe moral muy fuerte a  Hezbollah.

Pero este rastreo también ha servido para seguir a personas importantes de la organización. De esa forma, Israel pudo seguir a Fuad Shukr, uno de los altos mandos más buscados por su papel clave contra Israel y Estados Unidos en la guerra civil libanesa, y lanzar un misil para matarlo en julio de este año.

Una situación similar a la que vivió Ibrahim Aqeel a mediados de septiembre de este año, cuando fue bombardeado mientras estaba con otros miembros de la organización en un bloque de apartamentos de Beirut.

Este seguimiento llevó también a descubrir que Hassan Nasrallah estaría el pasado 27 de septiembre en un bunker protegido bajo una serie de edificios residenciales en el sur de Beirut. Nasrallah pasó los últimos años de su vida prácticamente recluido, sin apariciones públicas debido al riesgo que ello implicaba para su vida, pero aun así las informaciones del servicio secreto israelí lograron dan con su paradero.

Según investigaciones llevadas a cabo también por el diario estadounidense ‘The New York Times’ varios aviones no tripulados fueron los encargados de sobrevolar Beirut y de descargar sobre el lugar donde estaba Nasrallah más de 900 kilos de bombas BLU-109 de fabricación estadounidense con un kit JDAM, un sistema de guía de precisión que se fija a las bombas.

Estos artefactos son conocidos como ‘antibunkers’ debido a que no explotan al hacer contacto con la tierra, sino que son capaces de penetrar varios metros para después explotar. Esto convirtió la zona en un lugar donde la destrucción fue muy grande, llegando a derruir varios de los edificios circundantes y matando a decenas de civiles.

La cadena de televisión Al-Arabiya realizó una simulación sobre el ataque en la que también se da vida a la versión de que varios aviones israelíes fueron los encargados de lanzar las bombas y perpetrar el ataque.

Una arremetida de estas características contra uno de los líderes más importantes dentro del mundo chií no tenía precedentes y la operación se hizo con la autorización del primer ministro, Benjamin Netanyahu, poco tiempo después de que terminara su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Estados Unidos, el gran socio militar de Israel, aseguró que no conocía de la operación hasta que se produjo, algo que ha vuelto a airear el malestar desde Washington ante operativos emprendidos por el Gobierno de Netanyahu.

La muerte de Hassan Nasrallah abre grandes incógnitas con respecto al futuro del conflicto en Líbano ante el golpe que ha recibido Hezbollah en las últimas semanas y la posibilidad de que el siguiente paso sea una incursión terrestre que penetre hasta más allá de las regiones del sur de Líbano.

Por otro lado, genera la sensación de que Israel es capaz de rastrear a todas aquellas personas que considere como un peligro y compromete la seguridad de otros actores fundamentales en la región, como el Ayatolá Ali Jamenei de Irán.  (France24)

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